jueves, 29 de enero de 2015

Hastío educacional

Hola:
Hoy vengo calentita. Llevo unos cuantos días, quizás semanas, o tal vez años, queriendo escribir una entrada como esta. A soltar todo lo malo que tengo dentro porque si no voy a estallar. Estos humores negros están mejor fuera. Vengo a quedarme a gusto, y he de decir que...

Estoy hasta las narices de malos profesores.

Sí, amigos, ese es el verdadero titular de la entrada de hoy, pero hastío educacional  quedaba más fino. 
Por desgracia, muchos sabrán de lo que estoy hablando. Muchos habréis estado en esta misma situación, y también os habréis puesto alguna vez tras las teclas a soltar grandes improperios dignos del rico y florido léxico español. Así que hoy os perdono si no queréis continuar leyendo esta entrada. Pero para aquellos que también estén cabreados, y tengan un poquito de resquemor y se quieran unir a este odio colectivo, estáis invitados ;)

Lo que más odio es la soberbia de algunos profesores. No quiero señalar a ninguna asignatura en concreto, pero seguro que os podéis hacer una idea. Odio con toda mi alma a aquellos que se hacen llamar profesores, catedráticos, que dicen que imparten clases magistrales. Y no puedo evitar reírme, romperme el tórax a carcajada limpia, de esas sonoras, potentes y con una generosa dosis de ironía. ¡Menos mal que  nos da su mejor versión! Porque si no llega a ser magistral...sería para tirarse por la ventana...Quizás por eso en mi universidad están cerradas las ventanas y sólo puede abrirlas el conserje, para evitar la tentación...
Además ese tipo de profesores, que vivieron sus años mozos en el Pleistoceno, suelen ser muy estrictos. Suelen no dejarte hablar en clase, para que no les contradigas sus Verdades  Universales. Suelen no pasarte material docente por el puro placer de complicarte la vida, y, cada año, autoeditan una especie de pin, que llevan fuertemente adherido y bien visible en la nívea bata, prenda indispensable para ejercer de profesor de Medicina en un aula sin pacientes enfermos, que reza algo parecido a esto: 80% de suspensos asegurados desde 1999.  Ese es el báculo sobre el que apoyan toda su fuerza, bueno, eso y la libertad de cátedra.
 No quiero ofender al gran conocimiento que deben tener estas personas sobre su materia, bueno, no en todas las ocasiones, pero la lógica me dice, y las matemáticas tan sencillas como la regla de tres que, teóricamente, un buen profesor es aquel que sabe transmitir sus conocimientos. Por lo que a mayor "calidad profesoril", mayor "aprobado estudiantil", ¿no?.
Ah, pues parece ser que no. Quizás no fui a clase el día que explicaron esa excepción...

Después, y esto es algo más reciente, están los que no saben explicar. Y algunos pensaréis, ¡qué exigente es esta tía!¿y tú que sabrás sobre explicar bien? Pues para aquellos escépticos, quiero aclarar que estoy en mi pleno derecho de exigir una buena clase, una buena explicación porque:

1. Estoy en la Universidad. Esa institución en la que se supone que la educación es de un nivel superior a los anteriores.
2. Porque llevo siendo estudiante 15 años, y creo que ya tengo cierto criterio para saber discernir entre un buen profesor y un mal profesor.
3. Yo he dado clase. He dado y doy clases particulares y estuve en un colegio impartiendo clases de refuerzo de Lengua y Literatura a chavales de instituto a los que les interesaba todo menos la Lengua y la Literatura. No soy una profesora excelsa, ni mucho menos, pero me he puesto del otro lado y he intentado cumplir con  el dicho de no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a tí.

Por todas estas razones, me llevo las manos a la cabeza y me meso mis estropeados cabellos al gritar a los cuatros vientos, y golpeando furiosamente las teclas, me pregunto:
¿Por qué dan clase aquellos a los que no les gusta dar clase?
¿Es alguna especie de condena, o pago por algo que han hecho mal?¿Es un castigo? Porque lo único  que hacen es quitar las ganas de todo. Un mal profesor te chupa toda la ilusión que puedes tener por tu asignatura favorita, como los dementores. ¿Y qué ejemplo es ese?¿Tendremos que hacer lo mismo cuando nos toque a nosotros? Pues muchos, muchos, seguirán esa senda. Porque es más fácil continuar un camino abierto, que adentrarse por uno desconocido. Y creo que es por eso por lo que no desaparecen, por lo que perpetúan su especie. Porque en lugar de transmitir conocimiento, te empapan de su amargura y hastío. Y creo que eso los carbapenemes, todavía, no pueden erradicarlo.

¿Es tan difícil?¿Tan asquerosa es la Medicina, o el ejercicio de cualquier otra profesión que lo único que te mantiene en ello es la firme determinación de joder a los que vienen detrás?
Sí es así, no quiero crecer. No quiero trabajar. No quiero ser médico.
 Llámame romántica, pero prefiero mil veces el ideal que tengo ahora. Ojalá la yo de dentro de unos años pueda leer esto y evite caer en este error. Ojalá no me convierta en el monstruo que ahora aborrezco y critico. 


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