domingo, 8 de marzo de 2020

8 de marzo, ¿un día más?

Llevo mucho tiempo sin escribir. La Residencia me tiene bastante absorta. No digamos nuestro querido coronavirus...
Pero hoy quería pasarme por aquí y contaros cómo es un día normal en el hospital, cuando estamos de guardia, en el día Internacional de la Mujer y cómo nos desenvolvemos en nuestro día a día, como me imagino que pasará en el resto de oficios.... Vamos allá.

Llego al hospital. Comienza una de mis guardias de 24 horas. Al principio las contaba emocionada, pero ya perdí la cuenta allá por enero cuando la demanda asistencial incrementó y las hizo parecer eternas e interminables. 

Me cruzo con el vigilante de seguridad. Saludo.
Celadoras y personal de enfermería. Saludo. Voy a cambiarme. 
Continúo con el ritual burocrático y preparativo para comenzar la jornada.
Voy a mi puesto de trabajo de la Urgencia. Hoy todos los médicos adjuntos son mujeres. Adjuntas. De hecho, de los trece médicos que estamos de guardia doce somos doctoras. Sin embargo, a lo largo del día habrá todavía muchos pacientes que se piensen que somos las enfermeras y algún osado se atreverá a preguntar que cuándo viene el doctor.
Es más, en el equipo de enfermería de ese turno  hay más hombres que mujeres. 
Casualidades de la vida...

Entramos en la vorágine del día. Paciente tras paciente. Intentando dar nuestra mejor versión con cada uno de ellos. Atendemos casos agudos, casos graves y los no tan graves que te hacen cuestionar la sostenibilidad de este sistema y que la educación sanitaria poblacional es muy necesaria para evitar la sobrecarga del mismo.
Todo ello bajo un estrés continuo, con el oído bien agudo por su suena la alarma del box de críticos y entonces sí que hay que correr...

La gran mayoría de los pacientes atendidos agradecen la atención prestada, indistintamente del género del profesional que le está atendiendo. Sin embargo, siempre hay una  minoría que te hace pequeña. Que a sus ojos no eres igual de profesional que una persona con barba y testículos. Que pone en entredicho tu proceder o tu juicio clínico por el hecho de tener un registro de voz más agudo.

La Urgencia no da tregua. Vamos siempre con una botella de agua forzándonos a beber para que en algún momento de la tarde sea inevitable tener que ir al servicio porque si no se nos olvida. 
Sin embargo, sacamos el trabajo adelante. Hoy tenemos muy buen equipo y trabajamos como una máquina bien engrasada. La Urgencia no se cae. No se colapsa. Todo va relativamente bien. 

Llega un punto de la noche en que un paciente muy demandante y de malas formas exige ser atendido por un médico de las características que hemos comentado previamente (con barba y testículos) porque cree que la persona que le está atendiendo no tiene la formación suficiente. La doctora es una residente de tercer año, experimentada y curtida, que tiene la desgracia de tener un rostro angelical. Él único doctor masculino es un R1 que lleva escasos meses trabajando...

Hoy es un día importante y señalado, que desde hace varios años ha cobrado más relevancia y reclamo por parte de la sociedad... Pero lamentablemente seguimos viviendo escenas de este tipo a diario en todos los aspectos de nuestra vida.

Solo espero que el día de hoy, 8 de marzo, llegue un momento en el que sea un día más... que se camufle entre el resto de los 365 días... 

Ojalá llegue el día en que nos sea indiferente si hay vigilantes o vigilantas, médicos o médicas, enfermeros o enfermeras, celadoras o celadores... y que esperemos recibir por parte de ellos el trato profesional que le corresponde a cada usuario del sistema de sanidad público.


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